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lunes, 10 de marzo de 2014

Teocuisine: Dios sabe feo

Dios sabe feo. Se lo decía a mi mamá desde niño. Le ponía azúcar o lo salaba demasiado para ocultar su feo sabor pero era inútil.

No importa si me lo preparaban con o sin víceras, con o sin hueso, con o sin pellejo, Dios siempre me supo igual de feo.

Una vez quise ver cómo se cocinaba a Dios y entré en la cocina con mi abuela. Ella había transmitido la receta a mi mamá y mis tías. A su vez, ella la recibió de su abuela (mi bisabuela murió al dar a luz a mi abuela).

Mi abuela me enseñó primero a atrapar a Dios, es escurridizo cuando sabe que será cocinado, su piel babosa dificulta tomarlo entre los dedos. Una vez sujetado hay que matarlo quebrándole su divina cabeza y escurrirle los sesos. Ya muerto Dios se vierte en una olla con agua hirviéndo. Confieso que es repugnante ver ese sagrado cuerpo retorcerse de forma tan vulgar aun ya muerto.

Se añaden papas, cebollas, jitomate y unas cucharaditas de sal. Dios debe hervir por completo. A los diez minutos de estar en el agua se pone pálido, pálido. Entonces se saca de ahí, se parte en tres pedazos (obviamente) y se rellena de queso. Acompáñese con aderezo y lechuga.

Dios sabe feo se prepare como se prepare. Pero mis tíos, y los vecinos del 9 lo siguen comiendo. Yo preferí dejar de comerlo  a los 10 años, y no puedo dejar de sentir un tanto de asco cada que paso frente a un puesto callejero y leo "Dios asado para llevar", "Se prepara Dios con estofado", "Dios crudo".

Paso de largo, prefiero seguir en inanición divina. Además comer Dios produce gases y reflujo.

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